Sí, la propia japonesa disfruta de que tantos machos la miren. Ser una perra a los ojos de los hombres es aún más genial que ser una geisha. Todos pueden correrse en su boca, en su cara y en sus pechos. Está cubierta de semen y es todo sonrisas. Los sementales se vuelven locos por chicas así.
Un negro lo da todo. Ese hombre necesita al menos dos de esos compañeros. Habría estado bien sacar a sus amigos de debajo de la cama y animar las cosas con algo de acción, habría sido mucho más interesante.